La morfología de las setas es infinitamente variada. Sin duda, esto concede a su estudio tanta atracción.
Cuando hablamos de una seta lo primero que se vienen a la cabeza es las setas típicas, con forma de paraguas, sin embargo hay muchas setas que no tienen esta forma. Aquí mostramos un poco de cada grupo.
Formas de los ascomicetos
Los ascomicetos son los más uniformes en sus formas, los más simples.
Su arquitectura se organiza sobre el tema de “la copa”. Aquí vemos un ejemplo:
Dentro de los ascomicetos las pezizas tienen la forma más primitiva: todas son copas, sin pie, que se abren ofreciendo su himenio hacia el cielo, y sus esporas son proyectadas verticalmente hacia el mismo antes de ser transportadas por el viento.
Si la copita tiene mucha humedad, a veces el agua que impide la salida de las esporas y se forma un “caldo de esporas” en su interior (algo bastante raro de ver) como vemos en este video:
Existen copas más anchas o más estrechas, más o menos grandes, con diferentes colores… pero no hay mucha variación.
Si las pezizas en general tienen un pie muy corto e insignificante, las helvelas pueden ser consideradas como pezizas montadas, puesto que la copa está subida sobre un pie.
Además, para aumentar su superficie productora de esporas, el himenio se arruga y se repliega sobre sí mismo de manera irregular.
En las morchelas (y las verpas y mitroforas) encontramos otra solución. Cada setas es, por así decirlo, una colección de pezizas montadas sobre un mismo pie, que hacen pensar en las colonias de pólipos marinos.
He aquí también una mayor economía de medios buscando siempre una mayor superficie fértil del hongo.
Dentro de los ascomicetos encontramos también los boneteso giromitras, en los que el himenio se multiplica en repliegues que evocan los de un cerebro.
Pero destacaremos que los ascomicetos ven limitadas sus ambiciones estructurales por el hecho de estar constituidos casi únicamente de células redondas unidas unas a otras, lo que les da una cierta fragilidad.
Esto se ve bien cuando se tiene la suerte de encontrar una colmenilla gigante: frecuentemente su pie no tiene la fuerza suficiente para sostener la cabeza y ésta se cae.
Formas de los basidiomicetos
Los basidiomicetos han llegado a soluciones enormemente diversas, y han ensayado todo tipo de formas. Ahora veremos las formas que encontramos para los principales grupo de estas setas
Los afiloforales
Los afiloforales son setas sin láminas. Presentan las formas más simples.
La mano de mortero (Clavariadelphus pistillaris), por ejemplo, está formada por un haz de fibras paralelas revestidas por una envuelta himenial por todo su exterior.

Mano de mortero, Clavariadelphus pistillaris
Es ésta una solución evidentemente simplista, puesto que este himenio se muestra desnudo, a la intemperie, sin ninguna protección.
Por otra parte, la relación entre la masa de la seta y su superficie útil es pequeña y su rendimiento de porducción de esporas es muy bajo.
Pero las “clavarias” no se quedaron aquí. La mayor parte de entre ellas consiguieron multiplicar su superficie ramificándose y así aparecieron las ramarias.
A partir de un tronco común, unas ramas se diversifican y se subdividen; y cada división multiplica por dos la superficie útil.
Para el mismo peso de material la superficie de la exquisita Ramaria botritis es, al menos, diez veces superficie que una mano de mortero.
Existen clavarias de todos los tamaños y es destacable que las pequeñas especies, como Clavulina cristata son saprofitas, mientras que las especies masivas como la Ramaria botrytis son micorrizicas.
Pero las afiloforales comprenden además otras formas, como muestra la familia de los rebozuelos: Los repliegues que se observan en la parte inferior de su sombrero no son laminillas, son solamente excrecencias del himenio, que se organiza en forma de arrugas más o menos profundas que no tienen nada que ver con laminillas verdaderas.

Pliegues de un rebozuelo
Pero los rebozuelos manifiestan un progreso evidente: su himenio no está expuesto a todos los caprichos de la atmósfera, ya que está protegido por un sombrero, que es un verdadero paraguas; esta solución del sombrero será adoptada por la gran mayoría de los basidiomicetos.
Otras grupo muy comun de afiloforales son los yesqueros. Tienen forma de pezuña, y están pegados a la madera. El mas frecuente y facil de encontrar es el yesquero del chopo, que aparece en todo bosque de ribera.
Los más antiguos no tienen ni «poros», que además presentan la ventaja de aparecer todo el año y permitirse germinar hasta en invierno.
Los poliporos están constituidos por un tejido fibroso, a veces carnoso, aunque es más frecuente hallarlos con la consistencia del corcho, o casi leñoso.
Los tubos que vemos tapizar la superficie inferior de estas «yescas» no son más que una prolongación de la carne, y no resultan de ninguna manera separables.
Es en el interior de estos tubos donde se forman los basidios y caen las esporas. Entre las especies vivaces, cada año una serie nueva de tubos sale de la precedente, aumentando el espesor del receptáculo, que se agranda en consecuencia.
Otra solución adoptada por las afiloforales es la de los aguijones.
Entre las hidnáceas, por ejemplo, el himenio, en lugar de estar constituido por tubos está hecho de puntos, cuyo contramolde daría exactamente la forma de un himenio poroso. Esta es una suerte de inversión morfológica: aquí son los aguijones los que se encuentran tapizados de basidios.
Si la mayor parte de estas hidnáceas tienen la forma más o menos clásica de una seta, como la lengua de gato (Hydnum repandum), otras, sin embargo, han optado por el bando monumental.
En este video muestro los diferentes tipos de himenio que podemos ver en una seta con la tipica forma de seta:
Los gasteromicetos y sus formas.
Los gasteromicetos son setas cuyo himenio, en lugar de estar abierto, aparece encerrado en una envuelta. Es un grupo mixto que recoge a diferentes tipos de hongos, muy diversos. Es una agrupación tipicamente “humana” pues son setas de familias muy distintas.
Cuando un gasteromicete madura el interior se deshidrata, la envuelta que tiene se perfora o desgarra y se libera una nube de esporas. Los «Cuescos de Lobo» son su modelo más corriente.
Al dar una patada a estas setas, se hace salir la «humareda» que suscita entre los micólogos discusiones apasionadas: ¿Son setas con laminillas cerradas sobre sí mismas o bien al contrario, si las setas con laminillas salieron un día de las licoperdáceas y sus análogas?
Estos «Cuescos de Lobo» presentan una gran variedad de formas y van desde el simple Lycoperdon hasta las estrellas de tierra con doble pared, las gigantescas langermanias o las esclerodermas de piel dura y gruesa.
Es probable que estas setas cerradas sobre sí mismas sean formas adaptadas a climas secos y ardientes, puesto que resultan mucho más frecuentes en las estepas y hasta en los desiertos.
Lo mismo ocurre con las setas subterráneas: Las trufas. Parecen pezizas replegadas sobre ellas mismas y enterradas para protegerse de condiciones climáticas adversas. Hablamos de ellas en “los aromas de las setas”
Los falaceos
Al lado de estos gasteromicetos, a los cuales han permanecido mucho tiempo asociados, se encuentran los faláceos. Esta puede ser la familia más asombrosa de entre todas las setas.
Tiene la particularidad de nacer en una volva; al principio, sus representantes se parecen efectivamente a los «Cuescos de Lobo». Pero en realidad su constitución es completamente diferente.
Si los encontramos con la forma de un huevo, están rellenos con una sustancia gelatinosa parecida a la clara de huevo, que va a servir de lubricante al carpóforo que se encuentra en el interior, recogido como un muelle.

Phallus hadriani en forma de huevo.
Si cortamos el huevo, deja aparecer una suerte de núcleo verdosa rodeando una masa blanca y apretada. Esta masa blanca es en realidad un cuerpo cavernoso que se descomprime rapidamente cuando se desgarra la envuelta y en algunas horas se yergue completamente, llevando en su extremo un sombrero con forma de dedo taladrado por un agujero.
Originalmente liso, este sombrero se descompone rápidamente y deja escapar su sustancia, que desprende un olor cadavérico insoportable.
En seguida, las moscas de la carne, atraídas desde lejos, se atiborran de esta sustancia llena de esporas; como estas esporas no son atacadas por los jugos digestivos, serán extendidas aquí y allá por los excrementos de las moscas, asegurando así la difusión de la especie.
Las setas con láminas
Las setas con laminillas forman un grupo muy numeroso; el más conocido, y es el que mejor responde a la idea que nos hacemos de una seta.
Los agaricales
Se las designa bajo el nombre de agaricales o más simplemente agáricas en lenguaje corriente.
La disposición y modo de inserción de las láminas resultan importantes criterios de clasificación. Pueden ser adnatas, libres, distantes, uncinadas, marginadas o decurrentes, también resulta importante el color de las esporas.

Setas con laminas decurrentes, que bajan por el pie.
Pero, ¿qué es una laminilla? Cuando se corta al medio un primordio de seta (una seta muy joven) con laminillas, se ve como una pequeña y simple esfera constituida por un tejido no diferenciado.
Pero en un estado más avanzado, se observa a esta esfera tomar otra forma. Se empieza a diferenciar un pie y un sombrero cerrado y, entre estos, una cavidad donde empiezan a crecer las futuras laminillas, que se desarrollan a partir de la sustancia del sombrero.
A medida que se desarrolla el sombrero, las láminas adquieren más y más importancia, puesto que todo el cuerpo de la seta está, en realidad, concebido para ellas.
Cuando el carpóforo ha eclosionado completamente, se ven estas laminillas tapizar la totalidad del espacio disponible entre el margen y el pie.
Estas laminillas están más o menos perfeccionadas.
Así, entre los higroforos, que son consideradas agaricales primitivas, las laminillas son muy gruesas y separadas las unas de las otras, de tal manera que la superficie del himenio resulta bastante escasa.
Contrariamente, entre las lepiotas las laminillas son a la vez anchas, ligeras y muy apretadas, tanto que, si se calcula la superficie de las laminillas de una Macrolepiota de unos 20 centímetros de diámetro, se alcanza el metro cuadrado.

Laminas de Macrolepiota procera
Aquí el rendimiento está al máximo, pero existen todos los intermedios y, según los géneros y especies, la eficacia de las laminillas es muy diferente.
El récord de superficien en tamaño puede pertenecer a los coprinos, puesto que entre ellos ya no hay carne en el sombrero; todo el carpóforo se compone de laminillas soportadas por un disco carnoso minúsculo.
El conjunto no es más que un haz de laminillas extremadamente apretadas, hasta el punto de formar un cuerpo compacto que se disuelve poco a poco por autodigestión para liberar sus esporas.
Los boletales
Engloban a un grupo de setas con la típica forma de seta que tienen su himenio formado por poros, no por láminas. Si cortamos el sombrero se ve que esos poros son el final de unos tubos.
Dentro de los boletales encontramos el genero Boletus y dentro de este, estan los de la seccción edules, los mas ricos, que se identifican por su forma robusta (regordetes), esponja blanca (cuando son jóvenes) y su carne inmutable al contacto con el aire.
Aquí tienes un video de unos cuantos boletos recogidos todos en la mismo bosque a finales de verano.
Los russulales
Las rúsulas y los lactarios presentan un caso particular. Son claras setas con laminillas. Sin embargo, si se estudian sus embriones se aprecia que la formación de sus laminillas es diferentes a la de los otros agáricales.
En un champiñon, por ejemplo, las laminillas se desarrollan a expensas de la carne del sombrero que le sirve a la vez de reserva y de soporte. En Russula y Lactario no se ven crecer las laminillas sino que se ahuecan sus asientos.
También rusulas y los lactarios presentan la carne quebradiza, que permita que sus pies partan como si fuera una tiza, limpios. Esto es así porque en su interior hay muchas celulas globosas los esferocistos, como si fueran los granos de tiza que forma una tiza.
https://www.youtube.com/watch?v=oNC7mRlk8q0
Estas son aglunas razones por las que lactarios y rúsulas forman un grupo aparte: las russulales.
Además, como curiosidad, las esporas de estos dos géneros tienen la particularidad de estar revestidas por ornamentos en relieve, que tienen la propiedad de colorearse de negro-violeta al contacto con reactivo yodados, lo cual permite observarlos en toda su complejidad.

Esporas de Lactarius rufus en reactivo de yodado de mezler.
Sobre su morfogía es muy poco variable, casi todas son setas tienen el pie bien centrado, cilíndrico, y el sombrero muy circular, plano o algo embudado en su madurez…. cuando uno aprende a reconocer reconoce una russula y lactario, ya casi puedes reconocer las otras 400 especies de su grupo. ¡Otra cosa más dificil es llegar a definir luego la especie!
Los agaricales y sus “capas”
Siguiendo con la morfología de agaricales se pueden encontrar en el campo las setas desnudas; es decir, aquellas que no tienen ninguna envuelta visible y las que están provistas de uno o varios capas o membranas: Los velos.
Encontramos dos tipos: el velo general y el velo parcial, muy importantes en al determinación de las las setas.

Amanita phalloidees, velo general y velo parcial.
¿Cuál es el origen de los velos?
El ciclo reproductor de una Amanita, por ejemplo, se inicia con la germinación de una espora que produce un micelio subterráneo. Durante su crecimiento este micelio primario se fusiona con otro para producir un micelio secundario, tal y como cometámos aquí.
Cuando las condiciones del medio son favorables el micelio multiplica su actividad, formando pequeñas bolas blancas, en principio del tamaño de la cabeza de un alfiler, más tarde de una avellana. Se trata de los primordios, inicio del la futura seta.
Su crecimiento prosigue hasta que alcanza un tamaño semejante a un huevo de gallina, que parecerá semienterrado en el suelo.
El huevo se halla envuelto por una membrana blanca: este es el velo universal, que proteje la seta del exterior cuando es pequeña.
Más tarde el pie se alarga y se levanta el sombrero, provocando de este modo la ruptura del velo universal, que subsiste en la base del pie lo que se denomina volva, y sobre el sombrero en forma de escamas.

Amanita crocea, velo universal
Cuande el sombrero se extiende el velo parcial se rasga, dejando un anillo sobre el pie.

Agaricus bernardii. En la seta del centro se ve como el velo parcial se empieza a desgarrar, que quedará colgando en el pie.
La textura de los velos, si es membranosa o harinosa y el color es muy importante para diferenciar algunas especies de amanitas de otras.
Por ejemplo la comestible Amanita spissa, se distingue la toxica Amanita pantherina, entr otras cosas, por que el velo universla de A. spissa es de color grisaceo y el de A. pantherina es blanco puro.

Amanita spissa detalle velo universal o general.
El color de las esporas. Un importante caracter morfológico.
El micólogo sueco Fries, padre de la nomenclatura, consideraba este color de gran importancia y clasificó los agáricos en leucospóreos; es decir de esporas blancas; rodospóreos, de esporas rosas; ocrespóreos, de esporas ocres; iantinospóreos, de esporas púrpuras; y melanospóreos, de esporas negras.
Aunque se haya convertido en una división bastante simplista de las setas, ha conservado un gran valor para ayudar a identifica un agarical.
Así, las rúsulas, que estaban clasificadas entre las leucospóreas; pueden tener esporas amarillas vivas; algunas tricolomatáceas, clasificadas en ete grupo igualmente, tienen esporas rosadas; y los champiñones de esporas púrpuras son de constitución muy similar a la de las lepiotas, pero estas tienen esporas blancas.
En conjunto, el color de las esporas es un signo de primera importancia y que resulta necesario examinar prioritariamente.
Las setas, por la diversidad de sus formas, presentan al aficionado una variedad siempre sorprendente; tienen además el encanto de lo perpetuamente inesperado, dados los caprichos de sus apariciones y de sus apariencias.